22.3.10

Herencia

Señores, esto es una confesión- dijo el abogado. Igual deben escucharla. Su
padre y abuelo realizó un gran sacrificio y escribió, a pesar de su gravísimo estado, este supuesto testamento.
- No puede ser- dijo Mariela, su nieta menor. – El abuelo estaba muy mal, y en los
últimos años no podía hablar.- Basta- dijo el mayor de los nietos.- Continúe.
Y el abogado comenzó a leer el testamento:
Imagino que en este momento estarán todos juntos en mi casa como hacía años
que no estaban, e imagino que ya estarán comiendo del exquisito pan casero que realiza mi cocinera y bebiendo alguna botella del buen vino que tengo.
Aprovecho esta oportunidad (mi muerte) para anunciar quién de ustedes se
quedara con mis posesiones. Enuncio persona por persona, qué le va a tocar a cada uno, si alguien no es mencionado, que se embrome.
MARISA: mi hija mayor, que tantas satisfacciones me dio hasta que me realizó un
juicio millonario para sacarme dinero y tuve que cerrar un banco para resarcirla. Te dejo la esperanza de que algún día tu marido pueda tener suerte en los negocios y pueda por fin tener esa empresa de seguros que tanto quiere. Para esto adjunto una imagen de San Martín que a mí me dio mucha suerte. Espero que tus sueños se hagan realidad.
MARIANO: segundo hijo. Nunca me decepcionaste porque nunca esperé nada de vos.
Tu paraíso fueran las mujeres rápidas y el alcohol, hasta que encontraste a una vividora que te hizo dejar el habito del whiskey y colocó en tu casa una vela por cada metro cuadrado que tenés. Para vos todas las velas que hay ahora a tu alrededor. Que iluminen tu vida.
MARTA: siempre fuiste una santa para mí, siempre te portaste bien conmigo, pero
hiciste del dinero un culto mas que nadie de los aquí presentes. Tu vida fue un cielo, gaste mas plata en vos que en nadie. No conoces el ayuno, no conoces el sacrificio. Por eso vas a tener que realizar uno ahora. No te dejo nada.
SUSANA: hija menor. Tu cáncer fu el amor y tu cura fueron las mujeres. Por eso a vos
y a tu novia les dejo todo el juego de cubiertos de plata.
ANDRES: primer nieto, primera desilusión. De tus 22 a 27 años te vi sólo una semana,
no te daré ninguna ofrenda pero tampoco un castigo. Te dejo el mejor libro que leí en mi vida. Se llama Misterio mortal, disfrutalo.
ANGEL: tu espíritu siempre ansiara libertad. Lo único que te puedo dejar es mi
arrepentimiento por haber pagado tu fianza.
PAULA: qué hermosa. Te dejo mi orgullo de que no seas prostituta.
CLAUDIO: el único que realizó una muy breve vigilia por mí. Lo valoro. Unos pocos
minutos en la sala de espera de un hospital te hicieron heredar un costoso auto.
JULIA: que no tengas ni una sola peca me hizo dudar de que fueses mi nieta. Pero me
caés bien. Te dejo mi maqueta de la nave espacial Challenger que construí en los
últimos años.
MARIELA: te dejo una sola oración: nunca te aprecié.

Y para el final tengo un anuncio: este viudo tiene un hijo extramatrimonial del
que nunca nadie se enteró de su existencia, producto de uno de mis tantos viajes a
Asunción; ahí vive. Tiene 35 años, los últimos meses mandé a investigarlo. Para ver si vive y qué hace. Lo encontramos, no tiene nada y lo único que desea es tener un padre. Nunca podré dárselo. Lamento dejarle 290 millones de dólares.

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