22.3.10

Torneo de bochas

Arranca el torneo. 7 de la mañana, plaza del pueblo. 132 viejos inscriptos en este torneo. 1 contra 1. Todo armado, todo groso. El grand slam de las bochas comienza. Cientos de personas trabajan para asistir a los viejos. Hermosas asistentes de 82 años, un servicio de pañales geriátricos y refill de dentaduras. El piso, es de paquet para que los competidores muevan el suero. Las bochas, no importan, el torneo lo gana el que llega vivo a las 3 de la tarde. Los viejos van palmando de a poco. A las 11 queda la mitad, y cerca de las 3, se consagra un nuevo campeón.

Tabla del inodoro

El inodoro está loco. No lo sabemos, no lo vemos, pero vive. Habla, canta, se mueve por el baño. ¿Cuántas veces estamos tranquilos en la cocina y de repente el inodoro hace ruido? ¿Sólo, sin que nadie se lo pida? Bueno, está bostezando, Porque no sólo es vivo y móvil, es racional. Sabe de su condición. El peor orden de la casta. El desecho, lo que nadie quiere, la escoria de las edificaciones. ¿Cuándo escuchamos decir a alguien “qué lindo inodoro”? ¡Jamás, nunca! Esos halagos están reservados para la heladera, el plasma que se paga en cuotas o el lavavajillas.
El inodoro es odiado. Por eso quiere salir. ¿Cuántas veces conocieron un inodoro flojo por debajo, que se mueve? Bueno, ese inodoro estaba a punto de escapar.
Pero hay alguien, algo, que manda como en toda estructura. Que domina y dirige, sean los reyes, la policía o en este caso: el culo. Sin darse cuenta, el culo, al igual que la policía, es igual que el dominado, solo que tiene el mando.

Frases hechas

Hay algunas frases que no entiendo cuando me las dicen y no sé qué hacer.
Por ejemplo:
El otro día un amigo me dijo “bueno dale, te pego un tubazo” ¿qué? ¿un tubazo por qué? ¿Qué hice? Tan sólo le dije de ir a tomar algo el viernes y PUM! Tubazo en la cabeza. ¿Qué onda? ¿hay gente que va por la vida pegando tubazos? “qué haces cómo andás, tubazo y te rompo todo” sin vueltas, PAFF! En la boca. “te pego un tubazo” ¿qué le pasa a esa gente?
Una vez conocí a un tipo que laburaba en una fábrica de caños. Me iba a prestar una plata que yo necesitaba mucho pero cuando me dijo “lo que necesites, dale, te pego un tubazo” Salí corriendo y no lo vi más.

Otra que no entiendo es cuando alguien te dice “un beso grande, cuidate” ¿Qué me cuide? ¿Qué, sabés que me va a pasar algo? ¿ves el futuro? Por qué no terminan la frase “ok, cuidate, te va a pasar un camión encima el jueves” “chau cuidate, tenés una enfermedad terminal” “te está siguiendo la mafia” o “cuidate que te van a pegar un tubazo en la cara”. Yo por las dudas si alguien me dice “cuidate” no salgo de mi casa por dos semanas.

Otra expresión que no me cierra, que no entiendo, es cuando te dicen “ok, 10 puntos”. Sí, los puntos que me van a dar en la frente del tubazo que me vas a poner.

Ahora empiezo a entender todo: si te dicen “no tengo un cobre”, sí, un tubo de cobre; “suerte capo”, zafaste porque se olvidó el tubo; “se olvidó de los pobres”, claro, ahora usa tubos de oro.

Y si te llegás a cruzar en la calle con alguien que hace mucho no ves y te dice “estás igual” tené cuidado, te va a poner un tubo de cobre en la cabeza para cambiarte.

Herencia

Señores, esto es una confesión- dijo el abogado. Igual deben escucharla. Su
padre y abuelo realizó un gran sacrificio y escribió, a pesar de su gravísimo estado, este supuesto testamento.
- No puede ser- dijo Mariela, su nieta menor. – El abuelo estaba muy mal, y en los
últimos años no podía hablar.- Basta- dijo el mayor de los nietos.- Continúe.
Y el abogado comenzó a leer el testamento:
Imagino que en este momento estarán todos juntos en mi casa como hacía años
que no estaban, e imagino que ya estarán comiendo del exquisito pan casero que realiza mi cocinera y bebiendo alguna botella del buen vino que tengo.
Aprovecho esta oportunidad (mi muerte) para anunciar quién de ustedes se
quedara con mis posesiones. Enuncio persona por persona, qué le va a tocar a cada uno, si alguien no es mencionado, que se embrome.
MARISA: mi hija mayor, que tantas satisfacciones me dio hasta que me realizó un
juicio millonario para sacarme dinero y tuve que cerrar un banco para resarcirla. Te dejo la esperanza de que algún día tu marido pueda tener suerte en los negocios y pueda por fin tener esa empresa de seguros que tanto quiere. Para esto adjunto una imagen de San Martín que a mí me dio mucha suerte. Espero que tus sueños se hagan realidad.
MARIANO: segundo hijo. Nunca me decepcionaste porque nunca esperé nada de vos.
Tu paraíso fueran las mujeres rápidas y el alcohol, hasta que encontraste a una vividora que te hizo dejar el habito del whiskey y colocó en tu casa una vela por cada metro cuadrado que tenés. Para vos todas las velas que hay ahora a tu alrededor. Que iluminen tu vida.
MARTA: siempre fuiste una santa para mí, siempre te portaste bien conmigo, pero
hiciste del dinero un culto mas que nadie de los aquí presentes. Tu vida fue un cielo, gaste mas plata en vos que en nadie. No conoces el ayuno, no conoces el sacrificio. Por eso vas a tener que realizar uno ahora. No te dejo nada.
SUSANA: hija menor. Tu cáncer fu el amor y tu cura fueron las mujeres. Por eso a vos
y a tu novia les dejo todo el juego de cubiertos de plata.
ANDRES: primer nieto, primera desilusión. De tus 22 a 27 años te vi sólo una semana,
no te daré ninguna ofrenda pero tampoco un castigo. Te dejo el mejor libro que leí en mi vida. Se llama Misterio mortal, disfrutalo.
ANGEL: tu espíritu siempre ansiara libertad. Lo único que te puedo dejar es mi
arrepentimiento por haber pagado tu fianza.
PAULA: qué hermosa. Te dejo mi orgullo de que no seas prostituta.
CLAUDIO: el único que realizó una muy breve vigilia por mí. Lo valoro. Unos pocos
minutos en la sala de espera de un hospital te hicieron heredar un costoso auto.
JULIA: que no tengas ni una sola peca me hizo dudar de que fueses mi nieta. Pero me
caés bien. Te dejo mi maqueta de la nave espacial Challenger que construí en los
últimos años.
MARIELA: te dejo una sola oración: nunca te aprecié.

Y para el final tengo un anuncio: este viudo tiene un hijo extramatrimonial del
que nunca nadie se enteró de su existencia, producto de uno de mis tantos viajes a
Asunción; ahí vive. Tiene 35 años, los últimos meses mandé a investigarlo. Para ver si vive y qué hace. Lo encontramos, no tiene nada y lo único que desea es tener un padre. Nunca podré dárselo. Lamento dejarle 290 millones de dólares.

¡Linda noche!

Viernes 11 de la noche. Me miro al espejo, llevo un 2008 plagado de
decepciones. Tengo 19 años y la cara llena de granos, un temblor en la voz y una
inseguridad constante.
Siempre lo mismo, un día cargado de expectativa que finaliza con un solitario
final. Nunca logro llevarme una mina. Necesito mi primera vez ya, no lo soporto,
aguantar más es imposible y me rehuso a pagar. Quiero ganármela y de una vez por
todas tener mi debut sexual finiquitado.
Son las 00:31 y me pasan a buscar. Espero que hoy se dé. Entramos al boliche,
nunca antes había venido a éste, tiene buena onda y sobre todo minas que son un
infierno.
Trago, tras trago, tras trago. Veo pasar los vasos y la plata esperando que se
alineen los planetas y se dé la situación perfecta de una minita sola, en el lugar indicado, en las condiciones indicadas y todo ideal para poder tirar mi único tiro. Ya que con la vergüenza que me caracteriza tengo cartucho para una sola vez, y si me rechazan me contraigo por el resto de la noche.
Encuentro una señorita. Esta re buena y sola. Parece estar medio borracha cosa
que me beneficia un poco. Espero que esté suelta de ropa y entregue fácil. Dudo, pienso, es el momento en que más tiemblo. Pero lo tengo que hacer, ahora o nunca, cuanto mássufro mayor es la gratificación (si se da). Me acerco, paso de largo, no me animé.
Vuelvo a mirar. ¿Qué hago? ¿voy o no voy? Cuando finalmente me decido a encararla
veo cómo un petizo se acerca y en mas o menos 6 segundos se la está tranzando. Me
quiero matar, pero por lo menos no me rechazó. Tendría que empezar de nuevo, pero
estoy temblando mucho, estoy pálido y el terror me invade. Debería seguir, nadie me
rebotó, pero yo estaba ahí, a punto de disparar y no pude. Me provoca la misma
vergüenza que si me hubiese rechazado, siempre tengo un sólo tiro y hoy no pude
dispararlo. Se me trabó el cargador.
Veremos la semana que viene. Otro viernes perdido, parece que nunca podré
concretar. Ya veré, tengo toda una semana para reflexionar. Salgo a la calle y en la
esquina un muchacho con aspecto andrajoso me entrega una tarjeta que dice:

Domicilio/privado $35

Decimos mucho sin adjetívos

Examino la habitación. Tiene humedad, a las ventanas les faltan trozos de vidrio,
parece no haberse limpiado en 3 años. Hay una cama con las sabanas por el piso, un
televisor sin funcionar, ropa en desorden. Casi no hay luz. No hay rastros de vida. Nadie
entró en años. Suciedad aquí y allá. Molesta, duele e impacta a la vista, nadie se
animaría a dormir aquí. Tiene olores que cuesta soportar, me quiero ir, duele estar acá.
¿Quién se animaría a vivir aquí? Desconozco. Lo único que se, es que es mi habitación